Hacia el final de la adolescencia, el carácter de una persona ya se ha forjado prácticamente, es por ello por lo que durante esta etapa la formación y la educación son dos elementos clave. Durante esta etapa la revolución hormonal que padecemos es enorme, como consecuencia nos volvemos más irrascibles y somos incapaces de contenernos, en muchas ocasiones sentimos la necesidad de decir lo que pensamos y actuamos por impulsos, sin pararnos a pensar en las consecuencias que nuestros actos puedan tener. Es, por tanto, de vital importancia que en la adolescencia maduremos también en este sentido y aprendamos a controlar nuestras reacciones.